Una guía con siete películas de distintos orígenes, que presentan en el festival estilos muy alejados al cine de Hollywood.
"¿Viste que valía la pena?" La frase es de una pequeña espectadora a su vecina, tras la función de preestreno de AninA, en Montevideo, la semana pasada. Quien lo cuenta con cierta satisfacción es Alfredo Soderguit, el director de la película de animación de producción uruguayo-colombiana. Probablemente se repitan muchas veces palabras similares en estos días, en Buenos Aires. Las siete películas que forman la programación del Baficito, la sección para niños del Bafici, ofrecen la oportunidad para ver también en la franja infantil "un cine distinto, que no se suele ver", al decir de Juan Manuel Domínguez, el responsable de la muestra, que también es acompañada por una serie de actividades participativas en el Espacio Baficito.
"Vemos pocas películas para chicos y a veces no vemos lo que pasa en el resto del mundo, en una cinematografía no industrial, no proveniente de Hollywood o de nuestro propio país", señala Domínguez.
La búsqueda pasó por la pluralidad y lo lúdico, agrega, con el objetivo de generar esa energía especial en la sala que se produce con la presencia de los adultos junto con sus hijos. Que varias de las películas se proyecten subtituladas abre la posibilidad a que los padres hablen con los chicos durante la función, planteando una dinámica distinta a la del silencio de las proyecciones para adultos.
La que puede dar lugar a comentarios, pero no requiere de traducción alguna, es AninA , de fuerte impronta rioplatense. La película surge de una novela, del uruguayo Sergio López Suárez, publicada hace diez años con ilustraciones de Soderguit. "Leer el manuscrito fue un eureka que no paró, no me dejó en paz", dice hoy. A partir de la misma realización de los dibujos para el libro, comenzó a madurar la idea de convertirlo en película animada, a pesar de que apenas estaba iniciándose en el cine. Una década después, la ópera prima de Soderguit fue aplaudida en la Berlinale y galardonada con los premios a la mejor película y mejor dirección en la muestra de cine colombiano en el Festival de Cartagena. Ahora es también la primera película del Baficito que participa a la vez en la competencia internacional del Bafici.
Anina Yatay Salas, la protagonista, sufre cargadas en la escuela por su nombre capicúa. Pero como todo se puede leer de un lado y del otro, un incidente plantea nuevas perspectivas. "Es una historia de mucha nitidez y autenticidad, con referencias a hechos reales recogidos por López Suárez en su larga experiencia como maestro." Narrada desde el punto de vista de la niña, cuenta con un dibujo pleno de detalles, que apuntan a la cotidianidad, a la cercanía con el niño espectador, según define Soderguit.
La identificación con la particular situación del niño en su condición de inferioridad de fuerzas con el mundo adulto, así como la reivindicación de sus propias expectativas frente a las de padres, docentes y gobernantes aparecen en varias de las otras películas de la muestra, todas ellas de animación. Así en la danesa Jelly T, de Michael Hegner, en la que el niño protagonista no parece ser más que una caricatura del Tarzán que pretende de él su padre, hasta que, de alguna manera, se invierten los roles. O en Marco Macaco , del también danés Jan Rahbek, en la que un humilde mono cuidador de playas se ve en el medio de la lucha entre un presidente de república bananera y un ambicioso operador de casinos.
También en Rodencia y el diente de la princesa , coproducción argentino-peruana dirigida por David Bisbano, un pequeño ratón, el más pequeño de todos, enfrenta el poder avasallante de un ejército de ratas y la acechanza de gatos siempre hambrientos.
Las alianzas entre niños, ancianos y animales perseguidos crean un contrapoder eficaz y alegre. En la alemana Moon Man , basada en un cuento de Tomi Ungerer y dirigida por Stephan Schesch, es un personaje fantasmal, especie de ET más poético, el que debe eludir la persecución de los poderosos de este planeta, y encuentra como aliados a un viejo sabio y niños que lo sienten congénere. Ambientada en el África de comienzos del siglo XIX, la francesa Zarafa , de Rémi Besançon y Jean-Christophe Lie, cuenta las aventuras de un niño sudanés que escapa de los traficantes de esclavos junto con una jirafa, en una historia narrada por un abuelo. La española El corazón de roble , de Ricardo Ramón y Ángel Izquierdo, finalmente, da rienda suelta a una fantasía de dragones y elfos, en la que es la naturaleza -y con ella todos sus habitantes- la amenazada por las fuerzas del frío y del mal.